Eduardo Tejón transitó en su juventud momentos críticos de la historia argentina atravesados por la violencia política como el Golpe de Estado de 1976, acaecido el mismo día de su natalicio, que dio inicio a la dictadura cívico-militar. Otrxs artistas de la época vieron la posibilidad o la importancia de una militancia de acción por sobre la producción artística, mientras que Eduardo Tejón pertenece a aquellos que plantearon la vigencia del arte como herramienta ética para tomar posición frente a la historia e incluso para contribuir a la construcción de un significado histórico ante el horror.

En el recorte que presentamos sobre estas series, los cuerpos expresan su padecimiento y aparecen vistiendo trajes de distintas jerarquías. Dejan a la vista las asimetrías de poder que imprimen en la carne -ese espacio entre líneas- su violencia, y configuran escenarios donde todo parece estar por destruirse. La composición detiene el agite del colapso, en un campo de suertes echadas, como imagen de un cuerpo social que pierde su libertad para pensar el futuro. En su obra el artista agudiza su línea para proponer una crítica social y tiende puentes para reflexionar en el cruce entre historia, memoria y realidad. Cuando es posible la sublimación del dolor, sobrevive la angustia existencial de una época donde la historia se quiebra.

¿Cómo sobreviven los cuerpos? ¿Cuál es el saldo de esa resistencia? Las tentativas de responder estas preguntas se despliegan en la línea de Tejón, una línea expresionista que se balancea entre realismo y abstracción. Allí los límites entre figuración y abstracción se estrechan en una poética personal con matices diversos. Por momentos la voluptuosidad de la línea también cobra tintes eróticos, sugerentes, acercándose a una nocturnidad de la forma, donde los cuerpos también reclaman un espacio para el deseo. El pop aparece en estas derivas como condensación, en la mundanidad de los cuerpos que conviven entre los íconos ideológicos del poder, los medios y la publicidad, y en los rastros de humor que ellos subliman con ternura.

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