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Nulla dies sine linea / Ningún día sin una línea. Homenaje a Eduardo Tejón
Esta exposición se presenta como un primer acercamiento a la trayectoria y la extensa obra del artista mendocino Eduardo Tejón, abriendo un espacio de exploración visual construido a partir de una pluralidad de miradas, desde diversas distancias, generaciones y vínculos con el artista.
Pensamos que un homenaje a doce años de su partida debe hacerse con un sentido ético atento a la contemporaneidad. Así, nos desafiamos a traer imágenes del pasado a nuestro tiempo pero sin aislarlas; traerlas cargadas de afecto, donde la intelectualidad y sensibilidad de Tejón pueda estar presente en las obras, documentos y objetos personales y de su entorno cercano elegidas para ser expuestas. Este gesto curatorial intenta sentar un terreno fértil donde se construyan miradas que puedan reponer no sólo un contexto histórico que sitúe al artista cronológicamente o lo inscriba dentro del relato de la escena local; sino ensayar una aproximación alternativa, integral y más vital, dando cuenta de las vicisitudes de una vida dedicada a la práctica artística -la producción y la docencia- atravesada por un vasto mundo de intereses, en una época agitada, distinta y distante a la nuestra.
Un inicio posible para recorrer esta propuesta es adentrarse en los íntimos callejones de sus curiosidades y obsesiones, teñidos del azul favorito del artista; y acercarnos a pensar el origen de sus inclinaciones artísticas en una familia signada por una profunda valoración e imbricación cultural. Podemos rastrear desde la infancia la construcción de una comunicación compartida a través del lenguaje del arte. La imagen, el retrato mayormente, y la práctica del dibujo fueron claves para cimentar y reescribir su genealogía. En este campo orgánico los vínculos afectivos, familiares y luego de amores y amistades alumbran momentos de una trama inquieta que Eduardo traza entre literatura, cine, música, y artes visuales, y que plasma en distintas obras.
Lateralmente hay otros caminos disponibles, espacios de recogimiento para bucear entre libros y documentos del artista, donde encontramos su sed de actualidad y de espesor teórico que pervive en sus lecturas y sus colecciones. Este acervo se conjuga con su producción cruzando un terreno más público: sus participaciones en exposiciones y certámenes, su experiencia en el arte mural, la docencia artística, otros trabajos creativos, componen el retrato -la imagen externa- junto a los amorosos testimonios epistolares de sus compañerxs de vida, escritos especialmente para esta exposición.
Otra aventura posible es dejarnos atrapar por las múltiples y diversas búsquedas presentes en los cuerpos de obras exhibidos: series inéditas, inconclusas; otras acabadas y reconocidas. Es posible diferenciar distintas instancias: juegos de una línea sintética, que intenta capturar la espontaneidad del movimiento y de su flexibilidad con la esperanza de una sutileza nueva, siempre futura. También momentos en el que una línea “de contornos torturados” agujerea el plano con la mancha y la capa, entre ocultamiento, censura y expresión. Otros tiempos donde se construyen explosiones de color que abstraen al máximo la línea y su brutalidad, donde la identidad busca perderse; pero además podemos atestiguar la fragilidad de una línea que insiste en sí misma porque está dejando de verse, resistiendo a través del tacto y el gesto acumulado, de la memoria de toda una vida dispersa en trazos.
Dibujo y artista permanecen en el límite donde la línea inventa su propio ritmo, relativamente distanciados y vueltos sobre sí mismos. En el espíritu de la frase que encabeza esta exposición, “ningún día sin una línea”, el dibujo es continuidad, su acabamiento es aleatorio y relativo, más cercano a una suspensión; deja una perfectibilidad o un destino alternativo, siempre por descubrir.
Aquí y allá la línea es investigación, narración, figuración, crítica, deconstrucción. Entre estos polos se experimenta todo un campo sensible que atraviesa una y otra vez el cuerpo, su concepto y su imagen, de formas siempre inusitadas y transitorias. Se mezclan el humor, la política, el drama existencial, las influencias de una herencia cultural. Ficción y realidad aparecen tensando constantemente sus límites y estallando la profundidad del plano.
Eduardo Tejón fue un artista que sostuvo con su práctica la potencia del dibujo como pensamiento, como una herramienta para indagar la realidad -y su crudeza- sin abandonar la intuición y la frescura del gesto. Su batalla se libró al interior del arte, en el trazo donde estará siempre presente, experimentando dentro del blanco abismal de una hoja, hasta el ocaso de la idea, de la práctica, de los días.
Mariel Matoz, Mendoza 2022
Co-curadora
…el dibujo también es una forma de reflexionar: En vez de discursivamente, en imágenes, en montajes de signos, ideas, sentimientos”[1]
Eduardo Tejón.
Por varios años, un pequeño recorte de diario pegado en la puerta de mi ropero, anunciaba sin pausa una muestra de arte. La breve nota del año 87 muestra la foto de un artista en actitud ensimismada, sentado, con la mirada sostenida por un papel y con lápiz en una mano. La publicidad concluía diciendo: Si falta, que sus ojos se lo demanden. Invitaba a una exposición de Eduardo Tejón.
En aquel anuncio no figuraba que tendría el honor de ser su alumna en la Facultad de Artes. Y sin dudas, era imposible adivinar que nos encontraríamos en el camino, para luego ser compañeros de vida durante poco más de veinte años. Mi privilegio…
El próximo 8 de enero se cumplen 13 años desde que Eduardo no está entre nosotros de forma física. Más que nadie soy consciente sobre el tiempo transcurrido.
Desde un primer momento sentí que sería indispensable transitar el desierto para después, cuando fuera el momento, mostrar su trabajo de la mejor manera posible. Volver sobre sus pasos sería una tarea empeñosa, una aventura amorosa.
La idea original fue realizar una muestra a los 10 años de su fallecimiento. Cuando la pandemia de Covid-19 se interpuso e irrumpió en el mundo, seguimos adelante. Por fortuna y con gratitud, al fin celebramos su homenaje en el Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza. Esta será la primera exposición dedicada especialmente a su obra y trayectoria.
No es posible soslayar que nació en una familia donde el arte fue parte de la vida cotidiana. Su padre, Joaquín Tejón gran acuarelista, junto a su madre Gioconda Fresentece, resultaron los primeros cronistas de sus obras. Sus tíos músicos, el Nolo Tejón y Magda Demerolis. Su primo-hermano, Joaquín Lavado, Quino, que al decir de Eduardo: …”fue una influencia extraordinaria desde chico”. El registro podría continuar…
Una certeza, quizás la única en todo este proceso, fue confiar en que la obra de Eduardo Tejón cuenta con espesor y voz propios, suficientes para volver siempre a los lugares y a los ritos del arte.
Poder materializar una visión que tuve nueve o diez años atrás, es un logro que emociona.
En plena pandemia consolidamos un equipo curatorial que no sólo se sumó a la propuesta, sino que cada integrante aportó ideas y elementos superadores.
El camino ha sido extenso. Por ello, resulta necesario destacar el trabajo colectivo, interdisciplinar e intergeneracional que hemos coordinado junto a Mariel Matoz como curadoras de esta exposición. Con Griselda Serresone Roo en la curaduría audiovisual y quienes a lo largo de los años se involucraron en el relevamiento de las obras y archivo de Eduardo, ellas son: Valeria Señorans, Florencia Breccia y Poly Castillo. Todas profesionales comprometidas y queridas.
Con un eje central estructurado desde la afectividad, la muestra suspende las linealidades cronológicas o retrospectivas. Nulla Dies Sine Linea / Ningún día sin una línea, es un título, una expresión de deseo y un propósito. También es el concepto que sostiene la idea de una exposición donde todos los elementos aquí presentados, representan una marca, una línea específica en su día a día.
Podremos movernos en la periferia de sus pensamientos, recorrer un número significativo de obras, algunas inéditas. Adentrarnos en el retrato simbólico devenido de un conjunto de cartas escritas para la ocasión por un grupo de amigxs y personas cercanas. Asistir al re descubrimiento de algunos temas por medio de cruces entre su biblioteca personal y la Biblioteca R. Tudela del MMAMM o un mini-cine que estará reproduciéndose de manera permanente. Acciones todas que permitirán confrontar con las fuentes donde abrevó a la hora de la creación. Aquí reside, en parte, el por qué activar por ejemplo, su colección audiovisual y hacer público aquel que fuera un culto privado.
Eduardo Tejón fue, es, un artista que abrazó al dibujo como territorio donde desplegar inquietudes. Lleno de gracia azul cobalto! Elegante, de tinta, queso y vino…Un hombre que amó y fue amado, que se cuestionó siempre y sin complacencias. Intuición e intelecto entretejidos en una dinámica entre conciencia e inconciencia puestos al servicio de sus indagaciones. Un hombre atravesado por una profunda angustia existencial, libre pensador de gran conciencia social, de fina ironía y con un grado de sutileza y dedicación extremas, que sin dudas, lo distinguió en cada proyecto docente, personal o artístico encarado.
Melómano, cultor de la ópera, el tango o el Jazz (cantor a veces), devoto de la poesía de César Vallejo. Un hombre que ahondó, leyó y profundizó en filosofía, en estética, en literatura. Para quien el cine ha constituido una de sus pasiones…
Nulla Dies Sine Linea, homenaje a Eduardo Tejón, se propone como un viaje de descubrimiento distintivo y estimulante. Donde lo íntimo y lo realizado combinan ficciones, inquietudes e historia, arrojando una nueva luz sobre la manera en que siente, piensa, relaciona y dibuja un artista.
Todavía aquel recorte me acompaña…
… Si falta, que sus ojos se lo demanden…
Marcela Furlani, 2022.
Artista Visual
Co-curadora
Albacea de Eduardo Tejón
[1] Robert, Edgardo. Eduardo Tejón. El dibujo como manera de reflexionar. en Diario Mendoza. 15 de febrero de 1981.
NULLA DIES SINE LINEA / NINGÚN DÍA SIN UNA LÍNEA. HOMENAJE A EDUARDO TEJÓN
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@eduardotejon22
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